19 Ene Las redes sociales y el impulso del liderazgo político
Como ya es sabido, Comunicación y Administración van de la mano en estos últimos años para obtener un mayor entendimiento entre ciudadano-administración pública. La irrupción de las redes sociales implica la puesta en marcha de nuevos modelos de participación, que suponen sacar a la luz pública quejas, denuncias o demandas vecinales.
Hasta aquí nada nuevo. Por todos es conocido el potencial de Twitter, Facebook o, incluso, Whatsapp que lleva un tiempo trastocando las agendas de partidos políticos, administración públicas y privadas e incluso a líderes políticos . Como bien dijo Tricas (2007): «Lo que empieza como un ejercicio técnico destinado a desarrollar y mejorar programas y servicios en red se convierte en un ejercicio de gobierno».
Uno de los grandes aportes de internet es la relativización del factor tiempo y espacio en las comunicaciones, de forma que se permite tener un debate y diálogo sin necesidad que las partes se encuentren ubicadas espacial y temporalmente en el mismo entorno (Belmonte, 2007).
Los expertos y la experiencia de quien lo utiliza puede halagar y dar un trato especial a sus ciudadanos porque el “feedback” está garantizado si dicha red se utiliza con responsabilidad y profesionalidad por parte del Ayuntamiento. ¿Y qué líder político no quiere estar en la brecha digital?
Las Administraciones Públicas y los políticos en general son conscientes de que pueden dar servicio al vecino, ya que con su cuenta twitter pueden presentar servicios o canalizar asuntos que pueden interesar a sus seguidores y generar relaciones de confianza, siendo éste último uno de los pilares del liderazgo. Sin embargo, el uso de las redes sociales supone, además, defender la libertad de expresión de los ciudadanos, ya que de forma abierta y pública hacen propuestas o presentan quejas sin temor a represalias. Y es aquí cuando algunos líderes pierden los papeles.
Hay que tener claro que las aportaciones de las TICs a las democracias actuales pueden llevar dos caminos: […] el primer está asociado a solventar el déficit de participación e interactividad de la democracia real, la representativa, mientras que el segundo camino, es aquel que ofrece nuevas oportunidades al abrir la posibilidad efectiva a la democracia directa y participativa (Belmonte, 2007).
El consistorio tiene que impulsar aún más medida para que la ciudadanía sea más activa y vea a la administración local todavía más cercana. Crear una administración 3.0 real sería lo idóneo en estos tiempos de tanto desapego entre ciudadanos-políticos.
¿Cuáles pueden ser los inconvenientes? Dado que nos hallamos en un punto estratégico en continua evolución y transformación, el primer y mayor inconveniente que se puede detectar es la falta de inversión en tecnología en muchos de los municipios españoles. La inmensa mayoría no dispone en estos momentos de banda ancha (Tricas, 2007) para poder ofrecer un servicio wifi gratuito y eficiente a los vecinos y que éstos puedan conectarse con sus terminales a las plataformas digitales. Otra de las posibles barreras es que haya ciudadanos, en concreto, personas mayores, que no puedan acceder por falta de formación o por no disponer de los equipos para estar en la red.
Como se puede apreciar, todos lo relacionado con la tecnología puede generar algún problema: bien sea por ausencia de terminal, de formación o de conexión a una red de internet. En una sociedad moderna como la actual es de prever que todos tienen acceso pero quedaría excluida una franja de edad de personas mayores de 60 años.
En definitiva, lo que se pretende es avanzar con una administración más moderna y tecnológica que se encargue de suministrar a la ciudadanía de todo aquello que le es útil para un mejor funcionamiento del municipio. Conectar administración-ciudadano debe ser algo ya obligatorio para ahorrar tiempo y recursos. La red es más barata, más directa y más operativa. Pero también hay que reseñar que los líderes políticos tienen que aceptar el lado más crítico de las redes sociales y encajar bien unos golpes que con el paso del tiempo le harán más fuerte y creíble.